Wednesday, December 7, 2011

Testimonios de un holocausto callado

En la obra literaria titulada Insensatez (2004) de Horacio Castellanos Moya, el autor nos presenta los testimonios de gente quien sobrevivió un genocidio a través del protagonista, un hombre ateo contratado por la iglesia católica para editar los mil cien cuartillas paginas de testimonios.  Hay una falta de nombres y el país en que se ubica esta historia, y pienso que este rasgo podría significar que no importa el país específico, porque los eventos de esta historia ocurrieron en múltiples países latinoamericanos.  Similarmente, pienso que el titulo habla volúmenes de la tortura que han sufrido millones de gente.  La palabra insensatez significa que hay una falta de respeto por los derechos humanos, pero las víctimas de este genocidio merecen tener sus voces oídos.  Moya incluye frases y expresiones de dolor en itálicas por toda la obra, lo que repite varias veces.  Esta técnica literaria provee un aspecto poético de las historias de las víctimas, y siempre le hace pensar en la propia vida del protagonista.  En mi opinión, la mezcla de la historia de acuerdo a los testimonios y los sentimientos y acciones del protagonista crean una obra compleja y fascinante leer.
El protagonista quien también es el narrador del libro, es considerado un periodista con una mentalidad egocéntrica y falogocéntrica.  Parece que es obsesionado de sus encuentros sexuales con mujeres y es como su trabajo de editar los testimonios viene segundo en su lista de prioridades.  Moya describe: “…sólo quería beber unas cervezas y tantear la posibilidad de seducir a una chica que parecía guapa e inteligente…” (51).  Para mí, parece que él niega los sentimientos de las mujeres en su vida, y sólo tiene la misión de seducirlas.  A pesar de esto, él se encuentra a una mujer se llama Teresa, tal como es descrita: “…una mujer guapa y misteriosa…” (Moya 107). Con relación a esta mujer en particular, el narrador se da cuenta de que él está revisando su testimonio del genocidio.  Moya narra: “…yo revisaba el texto en el que Teresa narraba la más abominables violaciones a que había sido sometida por los militares que la torturaban y lo que menos me apetecía era enfrentarme con su rostro, que yo había visualizado cubierto con una venda y con moretones y costras de sangre, el rostro de una chica golpeado salvajemente por sus torturadores…” (108).  La descripción aquí es muy gráfica y chocante para el lector.  Pienso que la violación sexual de una mujer es uno de los crímenes más espantosos del mundo, y miles de mujeres son condenadas a silencio sobre su violación. 
En el artículo titulado “The Small Voice of History” (1997) de Ranajit Guha, el autor propone que: “The principles of selection and evaluation common to all historiography are in agreement here with a pre-fabricated statist perspective in which a hierarchized view of contradiction upholds a hierarchized view of gender relations with no acknowledgement at all of women’s agency in the movement” (11). Pienso que el punto aquí es muy valido porque reconoce que las mujeres han sido marginadas por casi toda la historia, y en todos los libros de texto, no son escritos desde el punto de vista de una mujer.  Por eso, la inclusión de los testimonios de unas mujeres en el libro Insensatez demuestra que hay partes de la historia que nunca hemos oído, pero la inclusión de sus testimonios provea una historia más completa de lo que pasó en el genocidio.  Además, Guha escribe: “Yet the narratives which constitute the discourse of history…relate to the past by listening to and conversing with the myriad voices in civil society.  These are small voices which are drowned in the noise of statist commands” (3).  En mi opinión, esto es la idea más importante que Guha comunica, porque cuando falta esas voces pequeñas, falta una parte esencial de la memoria histórica de la gente en América Latina.

Obras citadas:
Castellanos, Moya Horacio. Insensatez. Barcelona: Tusquets Editores, 2005. Print.
Guha, Ranajit. "The Small Voice of History." Subaltern Studies Ritings on South Asian History and Society (1997): 1-12. Print.

Friday, December 2, 2011

Una interrogación invertida

 “Postmodernism’s first claim, then, is that it offers room within itself for our Latin American space.  This is the ‘decentered’ space of the marginalized or peripheral subject faced with a crisis of centrality.  It is adorned with the ciphers of plurality, heterogeneity and dissidence, confirming Lyotard’s observation that postmodernism ‘refines our awareness of difference’” (468).
De acuerdo a la autora Nelly Richard en su artículo “Postmodernism and Perphery,” (1993) las obras postmodernistas no tienen “un centro.” Eso quiere decir que puede existir múltiples versiones de la misma historia, y ninguna es más cierta que la otra.  Igualmente, si parece que hay un centro, este centro no está definido.  Podría cambiar o desplazarse en cualquier momento porque en su autoría hay una identidad dividida y compleja.  En mi opinión, la obra de teatro Pedro y el capitán (1986) de Mario Benedetti, demuestra este concepto entre los dos protagonistas, Pedro, el torturado, y el capitán el torturador quien trata de interrogarle.  Al principio de la obra, pareciera que el capitán tiene todo el poder.  Le pregunta a Pedro varias veces los nombres de los rebeldes contra el gobierno militar de Uruguay.  En una instancia, el capitán comenta: “¿Quién te dice que algún día esta situación se invierta y seas vos quien me interrogue?  Si eso llegara a ocurrir, te prometo colaborar un poco más que vos.  Pero no va a ocurrir, no te ilusiones” (Benedetti 33). La respuesta de Pedro aquí es el silencio total.  Pedro no quiere traicionar su ideología política de la izquierda, ni al resto de la gente que lucha por sus derechos en su país. Esta cita presagia lo que pasa más tarde en la obra cuando hay un desplazamiento de quien tiene el poder en la sala de interrogación. El capitán confía que va a obtener los nombres de los rebeldes del gobierno, pero poco a poco, Pedro logra el predomino mental cuando le pregunta al capitán de su trabajo como torturador.  Benedetti escribe: “Pedro: Es usted quien establece la distancia. ¿Cómo puede haber comunicación, aproximación, diálogo, etcétera, entre un torturado y su torturador?”(37).  Aquí, vemos que Pedro utiliza una estrategia mental para dominar, porque físicamente está débil y dañado a causa de el abuso físico provocado por la interrogación.
            Finalmente, Pedro demuestra su control total, y la derrota mental del capitán cuando Benedetti narra: “Pedro: Ya te dije que yo sé más de vos que vos de mí.  Inés.  Pero no te preocupes.  También sé que no tiene alias.  Salvo que vos la llamás Beba.  Pero no es un nombre clandestino.  Qué suerte ¿verdad?  Hoy en día no es bueno tener nombre clandestino” (76). Aunque no es claro cómo Pedro conoce toda la información personal del capitán, pienso que esto también representa un aspecto postmoderno.  Hay un elemento ambiguo cuando pensamos en la verdad absoluta de la cultura lógica en la postmodernidad.  Además, Richard comenta: “…modernity’s homogenizing project destroys all memory of a birth-process which embodies a multiplicity of pasts which must be rescued from European historical reductionism, so that Latin America may finally achieve its true identity on the basis of its own experience of time” (466). Esta cita me hace pensar en la propuesta de Mary Lousie Pratt, autora del artículo “The Anticolonial Past” (2004) porque los dos autores afirman que los colonizadores y las dictaduras de los países latinoamericanos han sufrido a causa de la represión de su historia y cultura por parte de los gobiernos militares. De acuerdo a  Pratt, “The West has…spent several hundred years attempting to wipe out what has remained of indigenous intellectual culture in order to substitute its own.  It has regarded their [indigenous cultures’] traditional authors as its enemy and as the enemy of intellectual culture as such. Since they have been an obstacle to its own authority, which has been understood as carrying forward the inevitable march of universal, traditionless human history” (453).  En mi opinión, Pratt tiene razón cuando refiere a la historia de los países latinoamericanos en esa manera.  Aunque fueron conquistados por los europeos, esto no implica que no tuviera su propia historia.  Los colonizadores nunca pueden borrar la historia de la gente de América Latina. Finalmente, parece que la época del posmodernismo puede producir obras y narrativas de más diversas perspectivas que la que existía anteriormente. Hoy en día, se pueden oír las voces de la gente reprimida, y sus testimonios proveen un aspecto más complejo de la historia.
            Podemos pensar y comparar otra perspectiva teórica desde la escritura de Raquel Olea, autora del artículo “Feminism: Modern or Postmodern?” (1995).   Ella expone su concepto de la periferia y la descentralización del sujeto de las sociedades postmodernas cuando escribe: “…the space in which the discourses and projects of civilization and society legitimize themselves in a process of dialogue between equals, at the same time open and cyclical and permanently in flux, which produces the new forms of thought and social life”(199).   Este ejemplo del concepto de espacio dentro de la perspectiva postmoderna refuerza que hay una fluidez y que no existe un centro definido en el mundo postmoderno.   En la obra Pedro y el capitán, es difícil distinguir que pasa exactamente antes y después de los intercambios entre Pedro y el capitán.  Esta fragmentación solidifica el cambio físico y mental del capitán. Benedetti utiliza las notas del escenario para elaborar sobre los estados físicos de los protagonistas.   Por ejemplo al principio de la obra, él describe: “…entra el CAPITÁN, uniformado, la cabeza descubierta, bien peinado, impecable, con aire de suficiencia.” (Benedetti 17).  En cambio, al fin de la obra es evidente que el capitán sufre de la inversión de la interrogación cuando describe en las notas del escenario: “El CAPITÁN por su parte, también está desecho, pero su deterioro tiene, por supuesto, otro signo y eso debe notarse.  Tiene la cabeza entre la manos y por un rato se le oye gemir…” (Benedetti 85). Su obra postmoderna afirma que hay periferias variadas, y que los protagonistas cambian sus posiciones con respecto al poder durante la obra teatral.  Por eso, ningunos de los protagonistas actúan como el centro de la obra porque  cada  uno desplaza su posición del centro a la periferia.

Obras citadas:
Benedetti, Mario. Pedro Y El Capitán. México, D. F.: Punto De Lectura, 2006. Print.

Beverley, John, Michael Aronna, and José Oviedo. "Feminism: Modern or Postmodern?" The Postmodernism Debate in Latin America. Durham: Duke UP, 1995. Print.

Docherty, Thomas. "Postmodernism and Periphery." Postmodernism: a Reader. New York: Columbia UP, 1993. Print.
Pratt, Mary Louise. "The Anticolonial Past." Modern Language Quarterly 65 (2004): n. page. Modern Language Quarterly. Web.